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A falta de acción política, un experimento científico trae esperanza a Guaymas

La falta de financiación y de voluntad política hacen que las soluciones sean difíciles de alcanzar

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A falta de acción política, un experimento científico trae esperanza a Guaymas

Este proyecto del Arizona Daily Star y La Estrella de Tucsón se produjo en asociación con Fronteras Desk de la estación KJZZ de NPR. Escucha la serie de radio de dos partes en sewagecrisis.kjzz.org. El reportaje fue apoyado por el Pulitzer Center on Crisis Reporting.


Tercera y última parte.

Lee Parte 1 aquí y Parte 2 aquí.

Read this story in English

GUAYMAS, Sonora - Tendida al borde del agua, la Dra. Jaqueline García Hernández usa una pierna para ayudar a estabilizar un kayak amarillo que sostiene a su colega Germán Leyva, quien flota precariamente en un enorme estanque de aguas residuales mínimamente tratadas.

Un vuelco significaría una erupción cutánea desagradable y niveles potencialmente peligrosos de patógenos, dijo García Hernández, ingeniera bioquímica que dirige el Laboratorio de Ciencias Ambientales en el Centro de Investigación en Nutrición y Desarrollo de Guaymas, el cual es parte de una red de laboratorios respaldados por el gobierno federal.

En esa sofocante mañana de agosto, parte de la estructura flotante de acuaponía (forma ecológica del cultivo de plantas en sistemas de recirculación) del equipo se ha ido a la deriva. García Hernández le entrega con cuidado un ancla de hormigón pesado, que Levya balancea entre sus piernas antes de remar hacia el centro del estanque de olor acre.

Este humedal flotante de bajo presupuesto, construido a partir de redes de pesca recicladas tendidas entre tuberías de PVC y sostenidas por botellas de plástico vacías, tiene como objetivo mejorar la abandonada laguna de oxidación de la ciudad, que se supone que trata las aguas residuales a través de la interacción natural de la luz solar, las algas, el oxígeno y las bacterias.

Es un comienzo modesto para abordar un problema masivo y multifacético que está socavando la salud y la calidad de vida de miles de personas en Guaymas: su obsoleto e ineficaz sistema de tratamiento de aguas residuales.

"Es de conocimiento común que (Guaymas) necesita una planta de tratamiento de agua", o incluso más de una, dijo García Hernández, quien completó sus estudios de maestría y doctorado en el Departamento de Agua, Suelos y Ciencias Ambientales de la Universidad de Arizona.

Pero en lugar de que el estado dedique recursos para que eso suceda, García Hernández está haciendo lo que puede para mitigar el impacto ambiental de la falla de la laguna de oxidación, conocida como "La Salada".

“Tengo fe en este sistema de humedales”, dijo. "Pero tiene que estar muy bien diseñado".

La laguna de oxidación de Guaymas, conocida como La Salada, fue construida para manejar un flujo de aguas residuales de 200 litros por segundo, pero actualmente fluyen al menos 350 litros de desechos por segundo, dijo el ex director regional de la CEA, Marco Antonio Ahumada. Con el volumen adicional, las aguas residuales se mueven demasiado rápido a través de cada estanque para limpiarse adecuadamente, dijo.

En asociación con David Walker de la Universidad de Arizona, García Hernández solicitó en 2019 un subsidio del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para financiar el proyecto.

La propuesta fue rechazada y tampoco está recibiendo apoyo de la Comisión Estatal del Agua (CEA).

Con financiamiento o no, García Hernández dijo que no tenía más remedio que continuar con el experimento, una vez que vio que incluso un pequeño proyecto piloto mejoraba las aguas residuales que fluyen desde La Salada hacia el mar.

El humedal flotante de 28 metros cuadrados del proyecto piloto, lleno de florecientes plantas de totora cerca de los desagües donde las aguas residuales salen de la laguna, resultó en una tasa promedio de eliminación de bacterias coliformes fecales del 32% en la sesión de prueba del verano de 2019.

Los coliformes fecales son el tipo de bacteria que se encuentra en los intestinos de los animales de sangre caliente y, a menudo, se utilizan como un medidor de la contaminación fecal en el agua.

En la sesión de prueba de invierno, cuando los procesos de remediación natural tienden a funcionar de manera más efectiva, los investigadores vieron una tasa promedio de remoción del 52%, dijo García Hernández.

“Una vez que supimos que funcionaba, tuvimos que hacerlo” a mayor escala, dijo.

Esas tasas de remoción aún no han logrado que los niveles de patógenos del agua cumplan con los estándares ambientales federales, dijo García Hernández.

Pero ella cree que con $100,000 dólares en financiamiento y una revisión del diseño de la laguna para maximizar el contacto del agua con los humedales, los niveles de coliformes fecales podrían eventualmente cumplir con esos estándares.

"Es solo un proyecto de investigación", dijo. "Pero podría funcionar para Guaymas".

Poca planeación a largo plazo

Abordar la ineficacia de La Salada es solo una pieza de un gran problema.

También está la obsoleta y descuidada infraestructura de alcantarillado en toda la ciudad, así como los desafíos financieros y operativos que, según los ex líderes de la CEA, están paralizando la efectividad de la compañía.

En entrevistas separadas, los exdirectores de la CEA (tres exdirectores regionales y un exdirector estatal) describieron una imagen de una compañía financieramente inestable, agobiada por la política y la falta de planificación a largo plazo.

Loss ex directores regionales Marco Antonio Ahumada, Roberto Romano e Iván Cruz señalaron desafíos organizacionales que deben abordarse:

• Autonomía local limitada. Las compañías de agua y alcantarillado de Guaymas y San Carlos son operadas por el estado, lo que resulta en otra barrera de burocracia y dependencia de políticos distantes para las decisiones de financiamiento importantes.

• Política que determina el liderazgo. Los líderes regionales y locales de la CEA suelen ser reemplazados cada tres años con cada elección de alcalde, lo que hace imposible la planificación a largo plazo. Los líderes estatales de la CEA por lo general sirven seis años, coincidiendo con el límite de mandato del gobernador del estado de Sonora.

• La CEA en Guaymas es económicamente insostenible, con altos gastos de nómina y energía, demasiados usuarios que no pagan sus recibos de agua y una tarifa de agua que es una de las más bajas del estado.

• Otras reformas necesarias incluyen la construcción de modernas plantas de tratamiento de aguas residuales en Guaymas y San Carlos.

Pero los ex directores también hablaron sobre cambios simples que podrían aliviar drásticamente la crisis, como establecer un programa de mantenimiento regular para la infraestructura existente.

Simplemente limpiar la acumulación de sedimentos, arena y basura de las principales líneas de alcantarillado evitaría crisis en el camino, dijo Romano, ex director regional de la CEA para Guaymas, San Carlos, Empalme y la pequeña comunidad yaqui de Vícam.

La científica Jaqueline García Hernández y su equipo de investigación realizaron en 2019 pruebas de calidad del agua durante la noche, tomando muestras cada cuatro horas para obtener resultados confiables. Incluso después de pasar por los cuatro estanques, en algunas muestras de la prueba el agua que se liberaría en la bahía arrojó hasta 350 veces el estándar federal en partes de bacterias fecales por cada 100 mililitros de fluído.

Reformas de 2005

Con un esfuerzo concertado, ya se han realizado mejoras en el sistema de alcantarillado. A principios de la década de 2000, el alcalde de Guaymas, Carlos “Bebo” Zatarain, convirtió la mejora de la calidad del agua en la Bahía de Guaymas en su plataforma de gobierno.

En ese momento, el 65% de las aguas residuales de la ciudad se descargaba directamente en la Bahía de Guaymas, que estaba sin oxígeno y sin vida marina. Entre 2001 y 2003, Guaymas experimentó un brote de hepatitis A debido a la falla del sistema de alcantarillado, dijo Adolfo Cabral, miembro de la administración de Zatarain en ese momento.

En una entrevista, Zatarain dijo que su elección de 2003 se produjo después de tres años al frente del Instituto del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible del estado. Eso lo preparó para comenzar de inmediato como alcalde, comentó.

Zatarain obtuvo $119 millones de pesos ($5.5 millones de dólares) en fondos estatales, lo que permitió la expansión de la laguna de oxidación La Salada, construida originalmente en 1960, y nuevas tuberías de alcantarillado para dirigir más desechos de la ciudad a la laguna.

Los niveles de coliformes fecales en la Bahía de Guaymas mejoraron rápidamente, alcanzando el cumplimiento de los estándares federales, dijo.

El esfuerzo culminó cuando el político demostró la nueva limpieza de la bahía con un clavado, documentado por los periodistas presentes.

“Para mí es muy satisfactorio”, dijo Zatarain. “Puse mi granito de arena en algo que para los guaymenses fue realmente importante”.

Pero ese trabajo no se ha mantenido en los años posteriores, dijo Zatarain, quien ahora es coordinador general del Consejo Estatal de Concertación para la Obra Pública dentro del gobierno del recién electo gobernador de Sonora, Alfonso Durazo.

“Me da tristeza por la falta de solidaridad de las autoridades que han estado en el gobierno”, dijo.

Laguna descuidada

En la entrada de La Salada, la laguna de oxidación masiva de Guaymas, un puesto abandonado de guardias de seguridad está cubierto de grafitis. La ingeniera bioquímica García Hernández dijo que no ha visto a ningún trabajador de la CEA venir a trabajar en la laguna de oxidación en ninguna de sus visitas durante los últimos años.

“Casi no hay mantenimiento aquí”, dijo.

El estanque donde trabaja su equipo es el último estanque de la laguna de oxidación de cuatro etapas. Ahí terminan los desechos de 117,000 habitantes de Guaymas, bombeados desde todos los extremos de la ciudad. Se supone que los procesos naturales, a través de la interacción de la luz solar, el oxígeno, las algas y las bacterias, limpian el agua a medida que avanza a través de los cuatro estanques antes de que desemboque en una pequeña bahía del Mar de Cortés.

Mediante la fotosíntesis, las algas y las plantas de las lagunas producen oxígeno disuelto que las bacterias utilizan para oxidar o degradar los desechos orgánicos, dijo David Walker, científico investigador del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Arizona. El proceso de oxidación libera dióxido de carbono del que se alimentan las algas.

Es el único sistema de tratamiento de agua en Guaymas y San Carlos, algo que sería inaudito en Estados Unidos, donde las lagunas se utilizan solo como tratamiento secundario o terciario para las aguas residuales ya tratadas, dijo Walker.

La ingeniera bioquímica Jaqueline García Hernández, a la derecha, y la estudiante de doctorado Itzel Covarrubias observan uno de los desagües por donde se vierten al mar las aguas residuales tratadas desde la laguna de oxidación de Guaymas, conocida como La Salada. Los investigadores del Centro de Investigación de Alimentos y Desarrollo (CIAD) investigan cómo los humedales flotantes podrían mejorar la efectividad de la laguna a través de la interacción natural de la luz solar, las algas, el oxígeno y las bacterias, pero fluyen demasiados desechos hacia La Salada para que los humedales funcionen con eficacia.

La Salada fue construida para manejar un flujo de aguas residuales de 200 litros por segundo, pero actualmente al menos 350 litros de desechos por segundo fluyen hacia las lagunas, dijo Ahumada, ex director regional de la CEA. Idealmente, el agua debería pasar 36 horas en cada estanque para que el proceso tenga tiempo de funcionar, pero con el volumen adicional, las aguas residuales se mueven demasiado rápido a través de cada estanque, comentó.

Las pruebas de agua realizadas por la propia CEA en La Salada han demostrado el cumplimiento de los estándares ambientales, dijo García Hernández. Pero ella confía en sus propias pruebas.

Investigadores de Guaymas han instalado humedales flotantes en la laguna de oxidación abandonada que recibe las aguas residuales de toda la ciudad. La remediación natural de aguas residuales puede aprovechar el poder de los sistemas de raíces de las plantas para mejorar la calidad de las aguas residuales en lugares donde el tratamiento es insuficiente. Las espadañas de rápido crecimiento tienen grandes sistemas de raíces que cultivan microbios que consumen bacterias coliformes fecales, descomponen nutrientes como el nitrógeno y ayudan a eliminar algunos metales, como el mercurio.

En 2019, su equipo de investigación realizó pruebas de calidad del agua durante la noche en La Salada para obtener resultados confiables. Ella y su equipo pasaron noches en la laguna, tomando muestras del agua que fluía de ella cada cuatro horas para realizar seis pruebas en un periodo de 24 horas.

Los resultados variaron, pero la mayoría excedió con creces el estándar federal de 2,000 partes de coliformes fecales por 100 mililitros establecido por las regulaciones ambientales federales.

Incluso después de pasar por los cuatro estanques, el agua liberada en la bahía mostraba un índice muy alto, como 700,000 partes por 100 mililitros, 350 veces el estándar federal, dijo García Hernández.

Tratamientos basados en la naturaleza

La soluciones biológicas, como el experimento de los humedales flotantes de García Hernández, están ganando popularidad en todo el mundo, dijo Francisco Zamora, director senior de programas del Instituto Sonora (Sonoran Institute) con sede en Tucsón, una organización sin fines de lucro enfocada en promover la conservación y el desarrollo ambientalmente consciente.

Los humedales flotantes funcionan eliminando patógenos e inyectando oxígeno en las aguas residuales. La fotosíntesis atrae oxígeno a las plantas, que se libera como oxígeno disuelto en el agua, lo que ayuda a degradar las bacterias. Las raíces de las plantas hidropónicas quedan cubiertas por una película llena de microbios que consumen materiales orgánicos peligrosos como los coliformes fecales, así como otros nutrientes como el nitrógeno y el fósforo.

En Sweetwater Wetlands en Tucsón, un proyecto de tratamiento de aguas residuales, el humedal opera con esta misma idea. Pero una gran diferencia es que no trata aguas residuales con altos niveles de coliformes fecales, sino que pone los toques finales al efluente que ya ha sido limpiado a través de una planta de tratamiento de aguas residuales, dijo Walker de la UA.

"Para empezar, están tomando agua de muy buena calidad y el humedal simplemente actúa como un pulidor", dijo Walker, quien es consultor del proyecto.

En un sitio de investigación en Mexicali, Baja California, donde García Hernández realizó gran parte del trabajo de su maestría, un equipo de investigadores estudia qué tan bien pueden funcionar los humedales con las aguas residuales sin tratar, en comparación con su desempeño con efluentes tratados.

Este proyecto podría ser importante para comunidades pequeñas con escasos recursos para el tratamiento moderno de aguas residuales, dijo Zamora, del Instituto Sonora.

“Sabemos que las soluciones basadas en la naturaleza pueden proporcionar una alternativa, a veces incluso una mejor solución, o quizás la única solución, para tratar el agua y reutilizar el agua ya sea con fines ambientales o para la agricultura”, dijo.

Se necesitan nuevas instalaciones

Incluso si García Hernández logra mejorar el desempeño de la laguna de oxidación, su trabajo no puede abordar otros problemas urgentes del sistema de alcantarillado de Guaymas.

La infraestructura mal instalada, descuidada u obsoleta, incluidas las tuberías y las bombas de aguas residuales, también deben ser reemplazadas.

Durante su mandato, a un costo de $300,000, Ahumada usó cámaras operadas a control remoto para inspeccionar 25 kilómetros de tuberías de alcantarillado, lo que permitió a los trabajadores de la CEA reemplazar solo las partes que requerían mantenimiento. Ese tipo de esfuerzo debe realizarse con regularidad, dijo.

Si bien es costoso, actualizar la infraestructura no requiere tanto realmente; la tecnología está ahí para encontrar y solucionar problemas agudos, dijo.

Pero en última instancia, Guaymas y San Carlos necesitarían plantas de tratamiento de aguas residuales modernas para tener éxito en la creación de un sistema de alcantarillado funcional, dicen los expertos.

Los líderes de Guaymas y Sonora saben desde hace décadas que se necesita un tratamiento adicional de aguas residuales en Guaymas. Los ex directores de la CEA dijeron que necesitan dos o tres plantas de tratamiento de aguas residuales mecanizadas, y San Carlos amerita la suya.

A principios de noviembre, la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano del estado, o SIDUR, declaró una emergencia sanitaria en Guaymas debido a los desastrosos problemas de alcantarillado.

El titular de SIDUR, Heriberto Aguilar, describió en una entrevista un plan para reconfigurar el sistema de alcantarillado de Guaymas. En lugar de dirigir todas las aguas residuales a través de la ciudad para llegar a La Salada, la nueva administración estatal propone construir una planta de tratamiento de agua en el extremo norte de Guaymas, donde se utilizaría agua tratada para regar los parques.

La propuesta “nos va a permitir que la laguna de oxidación tenga un volumen con el que fue diseñado”, dijo.

Los residentes de Guaymas han escuchado promesas como esta antes.

En 2008, el gobierno de Guaymas emitió una solicitud de licitación para la construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales en la ciudad.

Nunca se construyó.

En 2018, el entonces político Rodolfo Lizárraga, quien fue diputado por Guaymas en la legislatura estatal, obtuvo el apoyo verbal de la entonces gobernadora de Sonora Claudia Pavlovich para la propuesta de $450 millones de pesos (alrededor de $21 millones de dólares) para construir una planta de tratamiento de aguas residuales, dijo Lizárraga en una entrevista.

"Es la única solución para dejar de contaminar la bahía", dijo. "La única solución".

Una vez más, el proyecto nunca se materializó, aunque la solicitud fue menos del 1% del presupuesto anual de $67 mil millones de pesos del gobierno de Sonora, dijo Lizárraga.

“Esto es muy poquito”, dijo. Pero “no ha habido un presidente municipal o un gobernador que se preocupe en invertirle”.

En respuesta a preguntas sobre las anteriores propuestas abandonadas para construir plantas de tratamiento de aguas residuales, la CEA de Sonora dijo que el problema siempre ha sidp encontrar un terreno donde construirlas.

“No se ha llevado a cabo por que no se cuenta con el terreno para la construcción de la misma", dijo la agencia en un comunicado escrito el 17 de noviembre.

La dependencia está en conversaciones con un desarrollador de viviendas sobre la donación de una parcela de 10 hectáreas en el norte de Guaymas donde se podría construir la planta, se lee en el comunicado.

Tareas sin concluir

Parte del problema para lograr un progreso real es que el liderazgo de la compañía de agua está directamente vinculado a la política.

Los alcaldes tienen mandatos de tres años, y en cada ciclo electoral el nuevo alcalde suele instalar a sus propios directores para las unidades de la CEA local y regional. Los directores de la CEA a nivel estatal generalmente sirven seis años, coincidiendo con el mandato de seis años del gobernador.

Eso significa que se pierde mucho conocimiento institucional, el impulso hacia el progreso se estanca y el dinero asegurado para proyectos importantes se reasigna cuando un nuevo liderazgo asume el control.

“Les toma tres años conseguir el dinero, y llega el siguiente y se olvidan del plan”, dijo García Hernández.

Una compañía de agua rediseñada, dirigida por una junta diversa de partes interesadas de la comunidad y la industria, podría estar más aislada del pensamiento político que gobierna a la CEA, dijo Ahumada.

Aislar a la compañía de agua de la política podría ayudar a incentivar la planificación y la inversión a largo plazo, en lugar de soluciones a corto plazo, dijo.

Como nativo de Guaymas, Romano dijo que le duele ver lo que está sucediendo en su ciudad, tanto en lo que respecta al alcantarillado como a la infraestructura de agua potable.

“Vivo aquí”, dijo. “La compañía de agua debe ser un pilar fundamental de la calidad de vida y el desarrollo económico. No tienes agua, no tienes calidad de vida".

La dependencia de agua de sus sueños tendría un cronograma de mantenimiento todo el año y un solo sindicato para los trabajadores, en lugar de los dos que existen actualmente en Guaymas, “porque eso es un derecho de todos, es un derecho de los trabajadores”, dijo.

El 25 de noviembre, trabajadores de la CEA llegaron para succionar aguas residuales sin tratar que llenaban un arroyo en el centro de San Carlos. Guaymas necesita más equipos como este camión hidroneumático, dijo el ex director regional de la CEA, Roberto Romano. Los camiones pueden romper obstrucciones importantes en las tuberías de alcantarillado, pero Guaymas rara vez tiene uno en funcionamiento, dijo. Los trabajadores de CEA dependen de varillas de metal delgadas que son adecuadas para obstrucciones pequeñas pero que no funcionan bien en casos más graves.

También tendría al menos tres camiones hidroneumáticos en funcionamiento que se pueden usar para romper obstrucciones importantes. Muchas veces, los trabajadores de la CEA se ven obligados a depender de varillas de metal delgadas que se pueden usar para romper pequeñas obstrucciones pero que no son efectivas en problemas más grandes.

La CEA también necesita una reforma de su fuerza laboral, dijo Romano, incluida una reducción de trabajadores.

Pero "eso significa un impacto político para quien lo haga", señaló.

Control local

En la mayor parte de Sonora, la CEA actúa como consultor para las compañía de agua operadas localmente, ya que según la Constitución Mexicana, los gobiernos locales están a cargo de operar los servicios públicos, incluidos el agua y el alcantarillado.

Pero existen pocas excepciones. Guaymas (incluido San Carlos), así como Empalme y Cananea, son los únicos municipios en los que el servicio de agua y alcantarillado es operado por el estado, dicen ex directores de la CEA.

Se requiere supervisión estatal porque Guaymas no puede manejar financieramente el sistema, según una respuesta escrita de la CEA Sonora. El nuevo director estatal de la CEA, José Luis Jardines Moreno, y el director regional, David Pintor, rechazaron las solicitudes de entrevista, pero el vocero del gobernador proporcionó las respuestas escritas que, según dijo, fueron compiladas por varios departamentos de la agencia.

“Cuando un ayuntamiento no tiene la capacidad técnica y/o económica para operar estos servicios, solicita mediante un convenio con el Gobierno Sonora que este lo administre”, dice el comunicado.

Ese control estatal, aunque necesario hoy, agrega un nivel de burocracia que puede alargar los tiempos de respuesta para reparaciones urgentes y complicar las compras de equipos de alcantarillado, dicen los ex directores de la CEA y residentes del área.

Si la CEA de Guaymas pudiera llegar al punto de viabilidad financiera, el gobierno local podría tomar las riendas, dijo Romano.

Hasta que eso suceda, los líderes locales preferirían que el estado mantuviera el control de la disfuncional y frecuentemente difamada compañía de agua, agregó Romano.

"No quieren esa papa caliente", dijo riendo.

El potencial de la ciudad sin explotar

Lizárraga, quien como político estatal contribuyó con $35,000 pesos (alrededor de $ 1,600 dólares) al proyecto de humedales flotantes de García Hernández, se está tomando un descanso de la política luego de perder su candidatura a la alcaldía de Guaymas en las elecciones de junio.

Está frustrado por las limitaciones autoimpuestas que están impidiendo que Guaymas, un puerto pesquero crucial y el lugar de nacimiento de tres presidentes mexicanos, alcance su potencial. En los años 70s y 80s, el puerto de Guaymas era una potencia, responsable del 60% de la producción pesquera del estado, pero la industria ha declinado desde entonces, dijo.

En julio, el técnico de campo Germán Leyva remaba con cuidado hacia un humedal flotante en la laguna de oxidación en Guaymas, conocida como La Salada. Leyva es parte de un equipo de investigación del Centro de Investigación de Alimentos y Desarrollo (CIAD) que investiga cómo los humedales flotantes pueden mejorar el tratamiento de aguas residuales en la laguna, en el lado sur de Guaymas.

Lizárraga djo que Guaymas debería ser una gran atracción turística por derecho propio, como Cabo San Lucas, Cancún o Mazatlán. Pero eso nunca sucederá si los políticos siguen descuidando los servicios públicos básicos, agregó.

El gobierno estatal recién electo parece estar de acuerdo. El gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, hizo campaña con la promesa de realizar grandes inversiones en la transformación del puerto de Guaymas.

Aguilar, director de SIDUR, dijo que la promoción de Guaymas es una prioridad para el estado.

"Si no resolvemos este problema básico de las aguas residuales no podemos tener desarrollo turístico o portuario, por lo que eso nos empuja a resolver esos problemas y encontrar los recursos", dijo.

Independencia de San Carlos

Un pequeño grupo de residentes de San Carlos está harto de servicios públicos inadecuados. Esperan convencer al gobierno estatal de que haga de San Carlos su propio municipio, básicamente separándose de Guaymas para que el pueblo pueda mantener sus ingresos fiscales.

La unidad de San Carlos de la CEA es financieramente sólida, a diferencia de la de Guaymas. Eso se debe a algunos factores: los usuarios de agua de San Carlos tienen muchas más probabilidades de pagar sus recibos de agua y su tarifa de agua es más alta que la tarifa de Guaymas, dicen los ex directores de la CEA.

“Estamos pagando mucho dinero y no recibimos los servicios que merecemos”, dijo Enrique Gámez, comisario de San Carlos, un funcionario electo que actúa como enlace entre los residentes de San Carlos y el gobierno municipal de Guaymas. “Esa ha sido siempre nuestra queja. Pagamos más que Guaymas y no obtenemos el beneficio”.

San Carlos genera alrededor de $60 millones de pesos (unos $2.8 millones de dólares) anualmente en impuestos a la propiedad e impuestos sobre la venta de viviendas y terrenos, que van al gobierno local de Guaymas, dijo Gámez. Los fondos de contrapartida de los gobiernos estatal y federal significan que Guaymas en realidad se embolsa más del triple de esa cantidad de los impuestos de San Carlos, dijo.

Pero San Carlos recibe una asignación anual de $9.5 millones de pesos (alrededor de $438,000 dólares) de Guaymas.

Juan Carlos González, residente de San Carlos, es uno de los líderes del movimiento. Dijo que ha pasado siete años recopilando datos a través de solicitudes de registros públicos y desarrollando una propuesta detallada para defender la independencia de San Carlos.

González presentó su propuesta a la legislatura estatal en 2018, pero no obtuvo respuesta, comentó. Dos tercios de la legislatura tendrían que aprobar que San Carlos sea su propio municipio.

Un obstáculo: la constitución estatal dice que cualquier municipio debe tener al menos 10,000 residentes. El censo más reciente, realizado en marzo de 2020, situó la población de San Carlos en 2,500.

Esa cifra subestima la cantidad real de personas que viven aquí, dijo González. Y a pesar de todo, dijo, más de la mitad de los municipios de Sonora tienen menos de 10,000 habitantes, incluidas decenas con poblaciones con menos de 2,000 habitantes. Más importante aún, dijo, San Carlos genera suficientes ingresos para dirigir su propio gobierno.

Si bien muchos dicen que la independencia de San Carlos es una posibilidad remota, otros creen que es inevitable.

San Carlos ya no es solo un lugar de vacaciones para “snowbirds” (personas del Norte que buscan un clima más cálido en invierno) y jubilados expatriados, dijo Juan Romero, un empresario y constructor que está criando a una hija de 6 años en San Carlos con su esposa, Karla García-Romero, quien es coach de salud.

La ciudad costera ahora atrae a familias jóvenes, muchas de ellas con derecho a voto en México, que exigirán mejores servicios y comodidades públicos, incluida una escuela, dijo Romero, quien creció en Guaymas.

Basado en conversaciones con otros padres jóvenes, Romero, de 31 años, dijo que cree que se está generando un impulso para mantener los impuestos de San Carlos en la localidad.

"Será el comienzo de que todos piensen en esto", dijo. “Por ejemplo, ¿cómo es que hay una falta de todo en San Carlos, mientras hay mucha inversión? Tiene que haber algún cambio para que empiece a ir en la dirección correcta. Ahora mismo estamos girando".

Pero el ex diputado local Lizárraga no apoya la idea. La independencia de San Carlos sería una gran pérdida para Guaymas, que ya está de por sí batallando, dijo.

“Guaymas es un sitio turístico precisamente por todas esas hermosas vistas que tiene San Carlos”, dijo. “En el momento que se de independizara, guaymas está en pique”.

¿Cambio en marcha?

Incluso si San Carlos se convirtiera en su propio municipio, eso no ayudaría a aliviar la angustia de decenas de miles en el núcleo urbano de Guaymas.

Serían necesarias decisiones políticamente impopulares para lograr la estabilidad financiera de la CEA en Guaymas, dijo Sergio Ávila, ex director de la CEA a nivel estatal. El gobierno local debe actuar para aumentar las tarifas del agua para generar más ingresos para la dependencia, dijo.

El gobierno de Guaymas elevó recientemente las tarifas del agua en un 3.2%, el primer aumento en cuatro años. Pero los funcionarios de la CEA dicen que es necesario un aumento mayor.

Aumentar las tarifas será políticamente difícil, pero dado que aún faltan tres años para las elecciones locales, ahora es el momento de que el municipio actúe, dijo Ávila.

David Pintor, el nuevo director regional de la CEA para Guaymas, San Carlos, Empalme y Vícam, propuso recientemente aumentar la tarifa de 7 pesos a 10 pesos por metro cúbico de agua.

En una conferencia de prensa transmitida en las redes sociales, Pintor dijo que los ingresos adicionales se usarían para financiar los $600 millones de pesos ($27.6 millones de dólares), estimados para reparar la infraestructura de bombeo de aguas residuales.

“Quizás 3 pesos no es diferencia para algunas personas, pero para nosotros como organismo nos va a dar capacidad para tener una reacción favorable”, señaló.

No todo el mundo está de acuerdo con la idea. El diputado local Sebastián Orduño, quien fue electo en junio para representar a Guaymas, dijo que el servicio de agua y alcantarillado debe mejorar antes de pedir a los consumidores que asuman más costos.

"¿Cómo pedirle a un usuario que pague 40% mas de agua cuando pasan días sin una gota de agua en sus hogares?", dijo Orduño en un comunicado público el 12 de noviembre. "¿Cómo pedirle a un usuario que pague 40% más cuando diariamente ríos de drenaje corren por las calles de Guaymas?".

Romano dijo que los problemas de alcantarillado de Guaymas ya no se pueden ignorar, es hora de actuar.

“Las soluciones están ahí. Los proyectos están ahí”, señaló. Lo que falta es "la voluntad política y el apoyo económico".

Una garza real descansa sobre un humedal flotante instalado en el estanque final de la laguna de oxidación de cuatro etapas en Guaymas. Investigadores del Centro de Investigación de Alimentos y Desarrollo (CIAD) esperan que los humedales mejoren el tratamiento de aguas residuales en la laguna abandonada.

De vuelta a La Salada

En una mañana nublada de septiembre, García Hernández y su equipo regresan a La Salada. Ha mejorado el transporte de sus compañeros de trabajo. En lugar del kayak amarillo, ahora tienen un bote pequeño, que se compró ella misma por unos 150 dólares, para que su trabajo sea un poco menos precario. Pasan la mañana volviendo a unir concienzudamente conjuntos de humedales flotantes que fueron destrozados por una reciente tormenta con mucho viento.

En este día, las espadañas verdes que bordean la costa y que crecen en los humedales flotantes se balancean con la brisa. Los sonidos de pelícanos, garzas reales y aves fragatas llenan el aire. Una focha ruidosa, un ave acuática negra, está anidando en uno de los humedales flotantes, lanzando advertencias a los investigadores que pasan remando.

Es fácil olvidar que no hay peces en las aguas residuales privadas de oxígeno.

Si no fuera por el olor, poderoso incluso para quienes usan máscaras, este vibrante espacio verde parecería un oasis tropical en el desierto de Sonora.

García Hernández ve un potencial turístico aquí, si su experimento de humedales flotantes alcanza sus objetivos y si La Salada comienza a recibir el mantenimiento que tanto necesita de la CEA.

“Esta zona de la ciudad está olvidada”, dijo. “Pero podríamos traer gente a visitarnos. Excepto que ahora mismo los olores son malos. Necesitamos una pequeña inversión".


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Contacta a la reportera Emily Bregel en emily.bregel@gmail.com o en Twitter: @EmilyBregel. Kendal Blust, reportera de Fronteras Desk, de la radio KJZZ, en Hermosillo, contribuyó a la investigación para este reportaje.

This project was produced in partnership with KJZZ's Fronteras Desk.

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